«Contigo, 70 años»
Nuestra “gran casa salesiana” nació de forma silenciosa y sencilla.
La salesiana cronista de entonces inicia la primera página de la crónica diciendo: “En el año del Señor de 1945, bajo el glorioso pontificado de S.S. Pío XII, rigiendo la nación española S.E. el Generalísimo Franco, la diócesis S.E. Rdmo. el Dr. Lino Rodrigo Ruesca y el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora la Rdma. Madre Linda Lucotti, se fundó el colegio en el título de “Colegio de María Auxiliadora” en esta ciudad de Zaragoza el día 29 de septiembre de 1945.”
Hay que aclarar que Don Lino Rodrigo era el obispo de Huesca y él es quien dio permiso para que las salesianas fundaran en Zaragoza ya que el obispo de esta ciudad, Don Rigoberto Domenech Valls, no daba su consentimiento porque alegaba que había muchos colegios religiosos. Pero como el Barrio de San José pertenecía entonces a la diócesis de Huesca, se solicitó al obispo oscense quien tenía una gran preocupación por el barrio y vio en las salesianas la solución esperada. Así pues, no hubo ningún inconveniente.
El 29 de septiembre de 1945 llegaron a Zaragoza dos salesianas: sor Josefina García y sor Catalina Gardois. Tuvieron que alojarse en las Hermanitas de los Ancianos Desamparados porque por no tener, no tenían ni cuatro paredes donde estar. Su cometido era estar al frente de las obras de un chalet adquirido en la Avda. de San José y allí mismo, como pudieron, entre obras y escombros, se las ingeniaron para iniciar un Oratorio festivo, lo que ahora conocemos como Centro Juvenil. Mal no lo harían cuando llegaron a tener ¡350 niñas y jóvenes!
Así estuvieron hasta el 16 de agosto de 1946. En este momento, se inicia la primera comunidad con sólo tres salesianas. Todavía las obras no estaban terminadas y ellas tuvieron que compaginar la limpieza del chalet y quitar escombros con las primeras matrículas que se realizaron el día 18 de agosto. ¿Muebles? Ninguno. Dormían con el colchón en el suelo que también hacía las veces de silla, hasta que el entonces concejal del Ayuntamiento de Zaragoza, Don Romero, les regaló dos camas que, como dice la cronista:”Nos vinieron a las mil maravillas pero, claro está, como éramos tres… una de ellas continuaba alegremente durmiendo en el suelo”. Y seguro que le tocó a la más joven. Problema resuelto.
Ante esta situación, lo primero que se les ocurrió fue ir a pedir ayuda a la Pilarica. Debió de escucharlas bien porque a los pocos días de abrir matrícula, tenían un centenar de alumnos. La escuela era mixta pero los chicos y las chicas iban a clases distintas. Y los chicos sólo estaban en el parvulario, como era normal en la época.
En septiembre y octubre llegaron cuatro salesianas más. Ellas mismas se llamaban “las siete”.
Y el día 21 de agosto, ¡cómo no! les llegó la inspección. Les visitó el arquitecto de la fiscalía de la vivienda y quedó gratamente impresionado por las condiciones del edificio (de cómo vivían y dormían las hermanas no se enteró pues la joven seguía durmiendo en el suelo) y concedió la cédula de habilitación del chalet.
El primer 24, conmemoración de María Auxiliadora, que vivieron nuestras primeras hermanas lo quisieron celebrar abriendo la matrícula a las jóvenes obreras de las Escuelas Profesionales cuyo número de inscritas fue creciendo constantemente.
La crónica de este mes de agosto, concretamente el día 30, nos relata una anécdota. Volvieron a tener la visita del concejal Don Romero esta vez acompañado de su hija, los cuales regalaron: “…tres preciosos crucifijos y un riquísimo melón”. El melón debía de estar muy bueno para que la cronista lo dejara escrito para la posteridad.
Y por fin, el 16 de septiembre de 1946, se iniciaba el primer curso escolar con un total de 197 alumnas y alumnos. El día 2 de octubre, lo hicieron las jóvenes obreras de la Formación Profesional nocturna. Sólo fueron 24 porque el resto de alumnas salía de trabajar tarde.
El 12 de octubre, la nueva capilla de la escuela se estrenó con una Eucaristía por la festividad de la Virgen del Pilar.
Y el día 24 de noviembre, con el curso iniciado, las obras terminadas y la inspección quietecita, festejaron por todo lo alto la inauguración del colegio: Eucaristía, bendición del edificio, acto músico-literario en el Teatro Argensola: “El colmenero divino” de Tirso de Molina, interpretado por las alumnas de la Escuela Profesional, poesía, homenajes…
Después del teatro, en el patio se repartió merienda y terminaron con una elevación globos. La cronista termina diciendo que: “A todos estos actos acudió un numeroso público que quedó entusiasmado por la buena preparación de los mismos”. Vamos, por todo lo alto. No era para menos.
Ahora, ya podían celebrar las fiestas de María Auxiliadora, María Mazzarello y Don Bosco.
Es digno de mencionar que el día 3 de julio de 1949, se celebra la primera fiesta de Antiguas Alumnas y la inician con una Eucaristía en donde realizaron su primera comunión dos niñas pobres del barrio a las cuales las exalumnas costearon y confeccionaron el traje de comunión.
Pero no todo fue fácil. En la crónica no se especifica el motivo pero en el año 1950 desde el día 18 de septiembre hasta el día 2 de octubre, la escuela tuvo: “… unos días de vacaciones obligadas por orden ministerial…”
El 2 de octubre volvieron a abrir y todo continuó pero no como antes, sino mejor.
Dos acontecimientos marcan el final del año 1951 y el mes de mayo de 1952. Los dos se unirán en uno. El primero, el 24 de junio de 1951 el Papa Pío XII declara santa a María Mazzarello. El segundo, como lo demuestra la historia, la plegaria que hicieron a la Pilarica aquellas tres primeras salesianas en 1946 fue totalmente escuchada y prolongada pues se ve la necesidad de ampliar el colegio. La primera piedra del nuevo edificio (el actual edificio de la Avda. San José) se colocó a las 17 h. del 11 de mayo de 1952. Autoridades religiosas y civiles acudieron al acto. Después de colocar la primera piedra, el obispo de Huesca Don Lino Rodrigo dirigió unas palabras que la cronista recoge así: “Había sido siempre su preocupación el cuidado y asistencia del Barrio de San José y ahora se sentía contento y orgulloso al ver disipada su preocupación y realizados sus sueños teniendo a las salesianas.”
Recordamos que gracias a él las salesianas pudieron fundar.
Y la unión de los dos acontecimientos: Tres días más tarde, el 14 de mayo, la escuela celebró, por primera vez, la fiesta de María Mazzarello como santa.
Estos días tan intensos quedan reflejados en la crónica: “Difícil es encontrar en la vida que las grandes realidades superen a los sueños de la fantasía; la imaginación divaga y fabrica monumentos grandiosos apenas comparables con la realidad.” Resumiendo: La realidad supera a la ficción.
Casi dos meses más tarde se iniciaron las obras, concretamente, el día 4 de julio de 1952, pues la cronista nos relata: “Después de muchos años de zozobra y sufrimiento, de imposibilidades desaparecidas y de dificultades allanadas, hoy, en nuestra casa, reina cierto movimiento: se da comienzo a la construcción del nuevo pabellón para las escuelas.”
No dice qué dificultades tuvieron pero debieron de ser muchas. Aunque optimismo y esperanza no les faltaban, pues termina este día diciendo: “Esperamos que será un oasis para las innumerables almas juveniles que pululan por nuestro querido barrio”.
Y las obras terminaron. El nuevo edificio se inauguró el 4 de octubre de 1953. A este acto, entre otros, acudió el entonces alcalde de Zaragoza, Don José María García-Belenguer, quien tanto hizo por la escuela y las salesianas.
Una nota importante en la vida de la escuela, es el hecho de que a partir del curso 1965-66 no sólo las salesianas dan clase sino que empiezan a compartir la educación con profesoras y profesores. Primero fue Mª Isabel Viñau (antigua alumna). Luego, Antonio Ramón, Mª Paz del Molino (antigua alumna), Mª Teresa Gallego…
En cambio, ya no se matricula a ningún chico. Durante unos años la escuela será femenina.
¿Y la Junta de padres? También se desvivió por la escuela. El 18 junio 1967 se inaugura un campo de Baloncesto. El primer campo deportivo. Si esto ya de por sí es significativo, aún lo acrecienta más el hecho de que fueron los propios padres quienes hicieron el trabajo.
El día 9 de mayo de 1968 se recibe una noticia muy importante y esperada, según relata la crónica: “El Ministerio de Educación y Ciencia ha concedido, previa solicitud anterior, la subvención de 110 puestos escolares para Escuelas Profesionales. Por tanto, deberán comenzar pronto las obras para dichas Escuelas.”
Esta edificación corresponde a lo que actualmente es el pabellón de primaria.
Las obras se iniciaron ocho meses después, concretamente el 20 de enero de 1969. Era una obra muy deseada porque estaba pensada para ser, como dice la cronista: “… un beneficio material y sobre todo espiritual, a esta barriada obrera y necesitada de una elevación social.” Las jóvenes del barrio obrero de San José tenían, por fin, una oportunidad. Esta escuela se la daba.
El edificio se terminó al año siguiente.
Los días 14 y 16 de mayo de 1970 hay otro motivo para celebrar. Por primera vez se pueden realizar en el colegio los exámenes de cuarto de Bachiller porque se había concedido el reconocimiento del colegio como de Segunda Enseñanza. Curiosamente, este reconocimiento salió publicado en el Boletín Oficial del Estado el 23 abril, pero al colegio llegó esta notificación con varios días de retraso. ¿Por qué? No se especifica la causa pero es igual, es otro logro conseguido para la escuela.
Y por si fuera poco, al mes siguiente, los días 12, 13 y 14 junio de 1970 se celebró una gran fiesta: las Bodas de Plata de la Escuela. Tres días duró la fiesta platera. Y no era para menos porque eran 25 años al servicio del barrio de San José. 25 años dedicados a la educación, de momento, de las chicas. Más tarde llegarían otra vez los chicos.
En estos días de fiesta no faltó de nada: celebración de la Palabra, competiciones, con trofeo incluido, de Baloncesto y de Balonmano, elevación de globos, música, jotas… Y en la Basílica del Pilar: ofrenda de flores, una acción de gracias leída por una alumna y una alabanza realizada por el profesor del colegio, cantor y tenor de dicha Basílica, Don Agustín Gómez.
Y el último día, las Antiguas Alumnas celebran su Asamblea General.
Como escribe la cronista el último día de fiesta: “Es el día de la UNIÓN Y DE LA GRATITUD: ES EL DÍA DE TODOS.” Además, lo pone en mayúsculas para resaltar que lo celebraron todos: alumnas, profesores, Antiguas Alumnas, cooperadores, padres, colaboradores y salesianas.
Y después de 25 años… la realidad continúa y también la Pilarica sigue haciendo de las suyas pues otra vez se ve la necesidad de ampliar la escuela. El 2 de marzo de 1972 la cronista relata: “Después de muchos pasos y visitas al Ayuntamiento y al Sr. Alcalde, se recibe hoy la notificación de la Licencia de Obras para la segunda fase del colegio. Dada la urgencia de la edificación era muy esperada, motivo por el cual su llegada ha sido muy celebrada.”
Esta segunda fase corresponde a lo que actualmente es el pabellón de Infantil, ESO y Ciclos Formativos.
Mientras duraban las obras, el día 13 de diciembre de 1973, llega la noticia de que la escuela ha sido declarada de Interés Social. Noticia que se esperaba desde el mes de marzo.
El 8 de enero de 1974, además de estrenar nuevo año, se estrenó, por fin, los nuevos pabellones. La escuela se reestructura para dar cabida a todas las alumnas. Así lo expresa la cronista: “Se reanudan las clases después de vacaciones. Ocupan los nuevos pabellones las alumnas de Básica, Bachiller y Administrativo. Los de la Avda. de San José las preescolares, Obras Sociales y Oratorio.”
15 de septiembre de 1984… Chicos, ¡Bienvenidos otra vez a la escuela! ¡Ya era hora! Sí, porque ellos vuelven a formar parte de esta historia. Primero, lo hacen en Formación Profesional y por ello, los profesores tienen toda una mañana de reflexión sobre el tema de coeducación. Al año siguiente ya había más chicos en la entonces llamada EGB (Educación General Básica).
La nota triste de este curso está en el día 5 de noviembre. Fallece por accidente de tráfico del profesor de inglés Antonio Marquina.
En noviembre de 1994, la escuela estrena teatro y pabellón deportivo. Dos cosas muy necesarias en una escuela salesiana.
Los días pasan y se llega al año 1996. Ese año la escuela cumple sus Bodas de Oro. El día de San Juan Bosco se inician los festejos del cincuentenario: Eucaristía, Olimpiadas con desfile, antorcha olímpica, banderas y pregón. Un cross realizado alrededor de la escuela y varias pruebas atléticas. Se termina el día con un piscolabis en el polideportivo. Entre el numeroso público hay que destacar la presencia de sor Catalina Gardois y sor Amelia Martí, fundadoras del colegio. Inimaginables todos los recuerdos que pudieron pasar por su mente.
La celebración del cincuentenario continúa el 19 de abril, con la apertura de la XIV Semana de Aragón: jotas, elevación de globos, exposición de fotos y recuerdos de estos 50 años traídos por parte de antiguas alumnas y salesianas, concierto joven realizado por alumnos de FP. Y continuará desde el día 24 hasta el 28 de abril: teatro, charlas, café tertulia, concurso de guiñote, misa baturra, degustación de migas… Si grandes fueron los festejos de las Bodas de Plata, las de Oro no fueron menos.
Otra fecha para destacar en la vida de la escuela es el 27 de noviembre de 2002: En un accidente de tráfico mueren dos salesianas y otras dos quedan heridas. En estos momentos de dolor, la escuela no es sólo una escuela, es una gran familia. Profesores, padres, alumnos, antiguas alumnas, todos muestran su cariño y cercanía a las salesianas. El dolor era grande pero el cariño era inmenso.
El curso 2004-05 se inicia con una reestructuración en la escuela. Las clases de Infantil pasan a los pabellones de la escuela y las salesianas pasan a vivir a la Avda. San José. De esta manera, todos los alumnos están unificados en un mismo lugar.
Y día a día, curso a curso, llegamos a la actualidad. Pero aquí no acaba la historia. Todavía quedan muchas páginas en blanco para llenar, no de palabras, sino de vida. Una vida marcada por el Carisma Salesiano, el cariño a María Mazzarello, a Don Bosco y a María Auxiliadora que tan bien supieron transmitir nuestras primeras salesianas y que ahora somos continuadores salesianas, profesores y, por supuesto, los chicos y chicas del barrio de San José que llenan nuestras aulas y patios.